Estado de la Libertad Religiosa en América Latina: Alarma y Preocupación

Publicado febrero 16, 2021, 10:52 am
12 mins

Indudablemente los acontecimientos desatados durante el 2020 presentaron un gran desafío global para los protectores de la Libertad Religiosa. No obstante, los principales obstáculos y amenazas a este derecho fundamental emergieron en una de las regiones más desiguales y violentas del planeta: Latinoamérica.

El contexto político y social en el que se encontraba el continente antes de la pandemia ya de por sí era complejo: crisis económica, desigualdad social, altos índices de violencia y corrupción y un sistema sanitario que sobrevivía día a día. Con la llegada del COVID-19 a la región estos problemas no hicieron más que profundizarse: las instituciones democráticas se debilitaron aún más, los derechos fundamentales que verdaderamente se respetaban quedaron fuertemente restringidos, las tendencias autoritarias se incrementaron considerablemente (especialmente en Venezuela y Cuba) y grupos del crimen organizado que asolan a la población lograron extender su esfera de influencia (incluso llegando a dar una asistencia más rápida y directa que las propias autoridades gubernamentales) provocando una mayor violencia en las calles.

En esta Latinoamérica los creyentes, líderes y comunidades religiosas desplegaron sus acciones. Fueron estos grupos los que jugaron un papel fundamental para evitar que el virus provocara mayores estragos en un continente donde la violencia y desigualdad son moneda corriente. A pesar de las fuertes restricciones gubernamentales impuestas sobre la Libertad Religiosa, las comunidades confesionales junto con sus iglesias brindaron protección y contención espiritual, como así también apoyo material para cubrir necesidades básicas insatisfechas en el contexto de la pandemia, tales como alimentos, ropa y medicamentos. Estas iniciativas solidarias no han logrado más que demostrar  la importancia incuestionable que poseen los grupos religiosos para la contención de aquellos olvidados por el resto de la sociedad. Sin duda alguna, numerosos estallidos sociales durante el 2020 han sido evitados gracias a la presencia de estos grupos.

La pandemia ha demostrado, una vez más, el rol social que poseen las comunidades religiosas.

Si bien las comunidades religiosas respondieron a todos los llamados de auxilios realizados por las autoridades para detener el avance del virus en la región, no se registró el mismo comportamiento por parte de las autoridades y distintos grupos radicales para con las organizaciones confesionales, las cuales solo pedían una sola cosa: el respeto al derecho fundamental de la Libertad Religiosa

El informe elaborado por el Observatorio de Libertad Religiosa en América Latina (OLIRE) menciona que los ataques a Libertad Religiosa en plena pandemia de Covid en América Latina provinieron, principalmente, de tres frentes:

  • Crimen organizado
  • Grupos con ideologías extremistas y Regímenes autoritarios
  • Instituciones estatales y actores no estatales

La llegada del Coronavirus a la región no presentó un obstáculo para los grupos criminales, sino que por el contrario, conllevó nuevas oportunidades para obtener dividendos: a los clásicos crímenes cometidos por dichos grupos (tales como extorsión, secuestro y narcotráfico) se le sumó el tráfico de insumos médicos y, recientemente, la intromisión en el suministro de las tan necesitadas vacunas. Todo ello bajo los ojos de las propias autoridades gubernamentales. A esto se le suma el hecho de que varios territorios se encuentran sumidos bajo el gobierno de facto de tales grupos provocando que toda actividad que se realice en dichos lugares este sujeto a previa aprobación de las bandas criminales, incluso, las actividades religiosas, en donde en muchos casos los líderes religiosos requieren el permiso de los líderes de carteles, pandillas o guerrillas para continuar sus actividades en ciertas áreas.

Con el incremento de poder de dichos grupos, fueron las comunidades religiosas las más asoladas por este hecho, ya que, generalmente, son estas las que se atreven a denunciar las actividades ilegales y a proteger a la comunidad de que se acerquen a estos grupos criminales. Este comportamiento ha llevado a que numerosos líderes y miembros religiosos sean perseguidos, secuestrados y asesinados por buscar contrarrestar los efectos del crimen organizado.

Estragos del Crimen Organizado

Tres son las dictaduras que se hacen eco en la región: Nicaragua, Cuba y Venezuela. La pandemia fue una excusa perfecta para que estos tres regímenes autoritarios pudieran consolidar y fortalecer sus estructuras represivas. En estos tres países las facetas más intrínsecas de la Libertad Religiosa fueron violadas, tales como el derecho a expresar  la propia fe, en la comunidad o en los espacios públicos, el derecho a educar y recibir educación sobre la propia fe y el derecho de los padres a educar a sus hijos bajo sus propias convicciones.

A esto se le suman, que los líderes religiosos se han visto sometidos a la vigilancia constante por sus críticas a los regímenes y por la promoción de valores democráticos. Estos líderes sufrieron desde multas hasta vandalizaciones de sus iglesias y arrestos de su persona como de sus familias y amigos. En Nicaragua se vigilaron los servicios religiosos, en Venezuela se ha puesto en peligro las garantías para ofrecer un servicio religioso seguro a aquellos líderes críticos del régimen y en Cuba, al igual que en Nicaragua, se prohibió la entrada de ayudas humanitarias (tales como alimentos y medicinas) gestionadas por líderes religiosos con el objetivo de abastecer a la población azotada por la pandemia.

Miguel Díaz-Canel (Cuba), Daniel Ortega (Nicaragua) y Nicolás Maduro (Venezuela)

Por otra parte, la Libertad Religiosa no ha sido solamente atacada directamente por las fuerzas e instituciones del Estado, sino que también varios actores estatales y no estatales, bajo la aquiescencia de las autoridades, han embestido contra este derecho fundamental. OLIRE denuncia que en toda América Latina se han emprendido intentos para restringir o censurar las manifestaciones de líderes religiosos en la esfera pública, bajo el pretexto de separación Iglesia-Estado. Asimismo, se han experimentado disposiciones de las propias autoridades gubernamentales con el objetivo de censurar todo tipo de manifestaciones religiosas en las entidades estatales bajo una comprensión radical y limitada del principio de neutralidad.

Durante este último año ha crecido considerablemente una intolerancia por parte de ciertos grupos de la sociedad sobre la opinión de las comunidades religiosas acerca de temas que no se atañen a los procesos de paz o asistencia humanitaria, tales como la política educativa y/o sanitaria. ¿Acaso los creyentes no tienen derecho a formular opinión acerca de temas en agenda que, al fin y al cabo, los terminará afectando porque también son parte de la misma sociedad a la que van dirigidas estas políticas?

Esto demuestra que la participación de los grupos religiosos en el debate público se acepta en medida a ciertos temas y cuando las opiniones traspasan tales límites, las críticas emergen rápidamente. Este hecho se experimentó en varias ocasiones a lo largo de todo el año debido a que el contexto obligó a poner en la mesa de  discusión tópicos nunca antes abordados.

Vandalización a Templos por grupos radicales

Por último, se dejó en evidencia el poco respeto que ciertos gobiernos tienen para con la Libertad Religiosa, ya que las actividades y servicios religiosos fueron de los primeros en ser restringidos y los últimos en volver a ser restablecidos a pesar de contar con protocolos sanitarios idénticos a otras actividades que ya habían recibido el visto bueno para su reapertura.

Nuevas Oportunidades para la Libertad Religiosa

El 2021 traerá nuevas oportunidades para este derecho fundamental.

A pesar de que la pandemia en Latinoamérica ha comenzado a controlarse y en la mayoría de los países las restricciones se han levantado por completo, las amenazas y obstáculos a este derecho fundamental que emergieron en 2020 siguen más vigentes que nunca. Este año los desafíos son aún más grandes, pero también lo son las oportunidades. El miedo y la incertidumbre de la pandemia nos dejó numerosas enseñanzas que podemos utilizar para mejorar, tales como la importancia de los grupos religiosos como actores sociales fundamentales para la contención social o los estragos materiales, psicológicos y espirituales que causan los grupos de crimen organizado en todos los niveles de la sociedad.

Todas estas enseñanzas y más serán debidamente aprovechadas para proteger y garantizar la Libertad Religiosa y resto de libertades  siempre y cuando nazca un compromiso verdadero de cambiar. Sin embargo, no se puede esperar que este aire de cambio provenga de las altas esferas de gobierno, sino que debe nacer en el propio seno de la sociedad.

El anterior texto fue elaborado con información extraída del Informe Semestral (julio-diciembre 2020) del Observatorio de Libertad Religiosa en América Latina.

Fuente: Sala de Prensa Conciencia Nacional

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