Este 20 de febrero conmemoramos el Día Mundial de la Justicia Social, una fecha establecida el 26 de noviembre de 2007 y dedicada a hacernos ver que aún hay necesidades mundiales por atender.
La justicia social es la igualdad de oportunidades y de Derechos Humanos, que cubren las necesidades básicas de cada ser humano, permitiéndole desarrollar su potencial y crecer en una sociedad de paz. Pero, ¿qué sucede cuando estás se ven vulneradas? La respuesta es reflejada en una injusticia social como la pobreza, la inseguridad, la guerra, la discriminación, el racismo, la intolerancia religiosa, entre otros problemas que demeritan el crecimiento de una forma humana y que alejan a los derechos fundamentales de quienes sufren.
Acciones religiosas para combatir la injusticia social.
Las religiones no se quedan calladas ante las injusticias sociales, más bien, trabajan contínuamente para que estás sean corregidas y las comunidades tengan una buena calidad de vida. Tal es el caso del Consejo Mundial de Iglesias, en el que participan representantes del cristianismo, judaísmo, budismo, hinduismo e islamismo; quienes emitieron una declaración en conjunto con la Agencia de la ONU para que los Refugiados en el 2013 fueron acogidos, con el objetivo de incrementar la protección de los más de 40 millones de familias enteras que han sido desplazadas.
Esta declaración llevó por título: Acoger al extranjero: afirmaciones de líderes de comunidades basadas en la fe.
«Un valor central de mi fe es acoger al extranjero, al refugiado, al desplazado interno, al otro. Los trataré a ellos como quisiera ser tratado yo mismo, e invitaré a los demás, incluidos los líderes de mi comunidad, a que hagan lo mismo». Se menciona al inicio de la declaración que fue dirigida al comisionado de la ONU.
Hablando sobre las acciones que las religiones iniciaron en la sociedad, se puede mencionar las llevadas a cabo durante la pandemia del COVID-19, donde los líderes religiosos hicieron lo posible por apoyar a sus fieles en esta difícil situación. Los visitaron en sus hogares, ocuparon los medios digitales para mantener el contacto entre los mismos y acompañaron desde la fe a todas las personas que lo necesitaran de una manera espiritual, pues recordemos que en tiempo de pandemia muchas personas se vieron afectadas en su espiritualidad y tranquilidad.
Por otra parte ofrecieron espacios en sus templos para que estudiantes sin acceso a internet continuaran sus estudios vía remota. Al igual que impulsar campañas de vacunación, invitando a los creyentes a que no dejaran pasar este aspecto tan importante.
Al terminar la pandemia desde casa, las religiones continuaron trabajando en el exterior. En diciembre de 2022, líderes religiosos estadounidenses pidieron un alto al fuego con motivo de la Navidad en la guerra de Ucrania, solicitando que por lo menos durante un periodo cesara el fuego, que abarcara del 24 diciembre al 19 de enero de 2023. Por lo que el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó una tregua de 36 horas, sin embargo, los líderes religiosos abogaron para que la guerra termine definitivamente y no para que sea un periodo de paz en Ucrania.
“Siempre hay riesgos en la paz. Pero hay un riesgo mayor en la guerra”, dijo el reverendo Graylan Scott Hagler, asesor principal de la Fellowship of Reconciliation.
A todo lo anterior, nos quedamos con la reflexión, sobre si la justicia social es necesaria en el mundo, y podemos contestar, ¡claro que lo es!, sin ella muchos sufrirán rezagos y como consecuencia personas sin derechos humanos. Por tal motivo, impulsemos las iniciativas religiosas que buscan apoyar a todas aquellas personas necesitadas, apoyemos a los líderes de nuestra religión cuando estos pidan una ayuda comunitaria y recordemos que sin justicia social no hay libertad de ser.
Fuente: Sala de Prensa CNLR