La segunda ola de coronavirus que está azotando Europa está teniendo también consecuencias terribles para el culto y la libertad religiosa. Así queda de manifiesto por ejemplo en Francia o Irlanda, países que han decretado un nuevo confinamiento nacional con importantes restricciones, incluidas las referentes a las misas públicas.
Francia vive de este viernes un confinamiento general después de que el gobierno de Macron haya considerado que el toque de queda no era suficiente para contener el virus. Hasta el próximo 1 de diciembre y desde este viernes deberán cerrar todos los comercios no esenciales y establecimientos que reciban público. La restricción de movimientos será muy severa, parecida a la del confinamiento que se vivió durante la primavera.
Este jueves, el primer ministro Jean Castex intervino para explicar los detalles del confinamiento y confirmó la prohibición de las misas en todo el país.
Las ceremonias religiosas estarán prohibidas durante todo este tiempo, “excepto para entierros dentro del límite de 30 personas y para bodas dentro del límite de seis personas”. Habrá bodas y entierros, y “los lugares de culto permanecerán abiertos” pero “las celebraciones religiosas estarán prohibidas”.
“La libertad de culto no se negocia”
Cuando todavía los católicos se encuentran en shock debido al brutal atentado cometido en la basílica de Notre Dame de Niza que ha dejado tres muertos, el gobierno francés impide la celebración de misas.
Únicamente hará una salvedad este fin de semana debido a la fiesta de todos los santos. Es decir, se abrirá la mano en estos días para las misas por los santos y los difuntos, así como para las visitas a los cementerios.
Varias voces desde la cúpula de la Iglesia en Francia ya se han manifestado contra esta restricción de la libertad religiosa. “La libertad de culto no es negociable”, ha denunciado monseñor Dominique Rey, obispo de Fréjus-Toulón, que añadía que “si las tiendas y las escuelas permanecen abiertas, los católicos deben tener derecho a asistir a misa”.
Por su parte, monseñor Bernard Ginoux, obispo de Montauban, considera escandalosa esta decisión. “Teníamos previsto celebrar misas por los difuntos durante toda la semana que viene, a petición de las familias, especialmente de las más afectadas durante el primer encierro. ¡Si no lo hacemos, estaríamos incumpliendo nuestro deber!”, afirmaba.
Culto online, multas y hasta cárcel en Irlanda
La situación no es mejor en Irlanda, primer país europeo que decretó un confinamiento general en esta segunda ola, y que además ha aprobado el régimen más duro de sanciones, incluso de tipo penal, para aquellos que se salten el confinamiento.
En Irlanda, el culto abierto al público ha sido prohibido y en el punto sexto de las restricciones se dice que “los servicios religiosos se deberán celebrar online”. Existe igualmente la excepción para las bodas y funerales, donde la asistencia se limita a 25 personas.
Se da la circunstancia de que si un sacerdote celebrara una misa pública no sólo podría ser sancionado automáticamente con una dura multa sino también incurrir en penas de cárcel. Las autoridades irlandeses prevén una multa automática 1.000 euros o un mes de prisión a quienes organicen por primera vez encuentros prohibidos. Por una segunda infracción, la multa es de 1.500 euros o tres meses de prisión, y por una tercera, 2.500 euros y seis meses de cárcel.
Precisamente, estas durísimas restricciones han alertado al diputado Michael McNamara, que ha manifestado al ministro de Salud su inquietud sobre la posible persecución de los sacerdotes.
“¿El Gobierno va a enviar a Gardaí [policías] tras los sacerdotes que decidan decir misa? Si el Gobierno está pensando en eso, tengo una palabra que decir, ‘No’ ”, afirmó el diputado, a lo que el ministro Stephen Donnelly le dijo que no se preocupara al respecto.
En declaraciones a The Tablet, el sacerdote Michael Toomey expresó su disgusto por las nuevas medidas. “Bajo las nuevas restricciones de Covid aprobadas como ley, ahora puedo ser multado, encarcelado, o ambos, por decir misa en público”.
El pasado miércoles, los obispos Eamon Martin, Diarmuid Martin, Michael Neary, Kieran O´Reilly y Dermot Farrell se reunieron con el primer ministro, Micheál Martin, para mostrarles su rechazo a la prohibición del culto religioso y pedirle que diera marcha atrás a esta decisión.
Los obispos mostraron su apoyo pleno a los mensajes para preservar la salud pública, pero destacaron que la oración y el culto, especialmente en la Misa y los sacramentos, es fundamental para la tradición cristiana y una fuente de alimento para la vida y el bienestar de todas las comunidades. Destacaron también la importancia del culto como fuente de consuelo y esperanza en la época navideña.
Por otro lado, los líderes católicos incidieron en el gigantesco esfuerzo que han realizado los sacerdotes y voluntarios a nivel parroquial para garantizar que las reuniones en la Iglesia sean lo más seguras posible y el mensaje constante de la Iglesia sobre la protección de la salud y la vida para todos. Sin embargo, aunque el mandatario irlandés agradeció la labor de la Iglesia no se mostró partidario de dar marcha atrás y permitir las misas públicas.
Fuente: Religión en Libertad