Un obispo escocés está pidiendo que se levanten las restricciones de 24 horas de COVID-19 en las reuniones y celebraciones del día de Navidad, llamándolo un “interruptor de circuito” en la pandemia.
Escribiendo en el Sunday Times, el obispo John Keenan de Paisley dijo que esto sería “una ruptura en la guerra contra COVID, al igual que la pausa en la primera guerra mundial en el Frente Occidental en 1914, cuando las tropas británicas y alemanas dejaron sus armas y se reunieron en tierra de nadie para celebrar la Navidad”.
“¿No podríamos permitir un día de normalidad en medio de nuestra implacable guerra contra el virus? Piense en la esperanza y la felicidad que eso daría. Un momento de alegría en medio de tanta desesperación. Habría que tener mucho cuidado, sobre todo con los ancianos y los vulnerables. Estarían en peligro y la precaución sería esencial, pero ¿qué hay de los riesgos del vacío, la soledad y la desesperanza en la que debería ser la época más feliz del año? Los efectos de una Navidad deprimida y aislada podrían ser devastadores para muchos, dejando un legado emocional y social que ninguna vacuna podría curar”, escribió el obispo.
La columna de Keenan respondía a la advertencia del director clínico nacional de Escocia, Jason Leitch, de que los escoceses deberían “preparar su Navidad digital” tras el aumento de los casos de coronavirus COVID-19.
“Tengo la esperanza de que los costos ahora puedan conseguirnos una Navidad más familiar. Pero la Navidad no va a ser normal, no hay ninguna duda al respecto”, dijo Leitch a la BBC. “No vamos a estar en grandes grupos familiares, con múltiples familias que vienen, eso es ficción para este año.”
El 2 de noviembre, Escocia implementará un nuevo sistema de cinco niveles de alerta para las restricciones de COVID-19, y el gobierno advierte que “restricciones aún más severas” podrían estar en el horizonte.
Sin embargo, Keenan advirtió que el deseo del gobierno de no “crear falsas esperanzas” podría terminar “destruyendo toda esperanza”.
“Nadie quiere una Navidad digital. Aplastar las falsas expectativas es una cosa, pero nadie quiere frenar las esperanzas de la gente”, escribió el obispo.
“La esperanza es quizás el bien más preciado que poseemos. Sin ella no podremos combatir esta pandemia, no podremos cuidar de nosotros mismos y de los demás y no podremos construir un futuro para la próxima generación que crece en medio del miedo. Debemos tener mucho cuidado de no extinguir la esperanza, las consecuencias de ello serían devastadoras”, explicó Keenan.
“Aplanar la curva de las tasas de infección ha sido un objetivo loable de la política del gobierno este año. En lugar de aplanar la curva de la esperanza, levantemos nuestros espíritus con la perspectiva de una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo”, dijo el obispo.
Fuente: Crux