El cardenal arzobispo de Quebec (Canadá), Gérald Cyprien Lacroix, lleva meses intentando dialogar y colaborar con las autoridades regionales en la lucha contra el coronavirus, pero se queja de que nunca consigue hablar con sus representantes y que la Iglesia se entera de las medidas que se toman de boca de terceros o por la prensa.
El cardenal protesta porque las restricciones para las misas en público actualmente son aún mucho más estrictas que para la actividad en casinos o para adquirir alcohol o cannabis.
El cardenal se explayó en la reciente Misa de la fiesta de Santa Ana, patrona de Quebec.
«Desde el principio -y a lo largo de los últimos meses- hemos sido buenos jugadores, queriendo poner de nuestra parte por el bien del objetivo, colaborando en el esfuerzo colectivo en tiempos de crisis. Era necesario que fuéramos solidarios y lo hemos sido», dijo el arzobispo.
“Las autoridades no nos toman en serio”
Pero, denuncia, «las autoridades gubernamentales no nos toman en serio». Juegan a ignorar la existencia de las comunidades católicas. «En ningún momento hemos logrado establecer un diálogo franco y directo con el gobierno y los funcionarios de salud pública» en Quebec. Los contactos con las autoridades se han realizado a través de terceros, y los obispos sólo se enteran de las normativas cuando las publica la prensa.
Desde el 22 de junio, se permite que hasta 50 personas participen en las misas con público, aunque el Departamento de Salud Pública de Quebec detalla que la cifra no es un límite estricto.
Desde esa fecha, se exige en misa una distancia de dos metros entre feligreses, el lavado de manos, la desinfección de los locales y la distribución de la comunión manteniendo una distancia máxima, sin intercambiar palabras y en la mano.
El cardenal Lacroix denuncia que las reuniones en los «pequeños salones» de las funerarias enseguida se normalizaron, pero no en las grandes iglesias. Considera que eso «sembró mucha incomprensión».
¿El cannabis es “servicio esencial” y la misa no?
Además, en la lista de servicios “esenciales” de las autoridades de Quebec se incluyó la venta de alcohol y cannabis. Sin embargo, «las comunidades de fe, que sin duda podemos considerar un servicio esencial para la comunidad, fuimos prácticamente ignoradas». Sin mencionar que los casinos pueden acomodar hasta 250 personas en lugares más pequeños que las iglesias. «No se puede entender», sentenció el cardenal.
El cardenal defiende, por parte de los católicos, «el derecho de ser considerados con respeto y no ser ignorados o relegados» y denuncia «la timidez con la que nuestro gobierno evita cualquier diálogo abierto y sereno con los líderes de las comunidades de fe, no me parece saludable para nuestra sociedad quebequense».
Lamentando «restricciones que exceden lo razonable» el cardenal concluye: «No abusen de nuestra paciencia y dejen de ignorar nuestra existencia y nuestro sentido de la responsabilidad».
Fuente: Religión en Libertad