Es un evento que solo ocurre cada una o dos generaciones. Durante 48 años, esas paredes de mármol blanco celosamente se han protegido de la vista de todos, menos de los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; y su arquitectura es abundante en simbolismos y ceremonias.
Esos espacios interiores ovalados, bien iluminados y amueblados están abiertos hasta este 11 de junio para que todos los habitantes del área metropolitana de Washington DC los visiten. Adentro no hay misterios ni secretos bien guardados, solo una fe profunda de los seguidores de un templo que volverá a cerrar sus puertas hasta una próxima renovación en otros 40 o 50 años.
Una vez que el templo se vuelva a consagrar el 14 de agosto, sus puertas quedarán selladas a cal y canto y solo sus miembros, también conocidos como mormones, podrán entrar únicamente para celebrar ceremonias especiales.
Por esos espacios, que en algo se parecen a un amplio salón del castillo de Versalles o a un exquisito lobby de un hotel de cinco o seis estrellas, ya han pasado los representantes de todas las iglesias y religiones, los embajadores y autoridades políticas.
Si quiere visitar este templo solo tiene que acercarse hasta el área de Kensington, justo entre Silver Spring and Chevy Chase, en Maryland. La primera vez que se abrió, en 1974, llegaron hasta allí más de 750 mil personas, hoy se espera un número igual o superior.
Entre el verdor del bosque, una construcción de estilo gótico, con agujas doradas que apuntan a las estrellas, se levanta el templo para honrar tres ritos que rigen la fe de los mormones: el bautismo, el matrimonio y la instrucción religiosa. Sus interiores están decorados con lienzos que retratan plácidamente la vida de Jesús, acompañado de mujeres y sobre todo de niños. La fe de los mormones, aunque no niega el sacrificio y la muerte de Jesús, privilegia recordarlo de una manera alegre y positiva.
Los vitrales y la pila bautismal es lo único que en algo se asemeja a un templo católico. Símbolos como la cruz, la virgen, los santos y las obras de arte medieval de las catedrales e iglesias europeas son inexistentes en los templos mormones.
Tras cruzar el puente que representa dejar atrás el mundo real para arribar al celestial, van apareciendo impecablemente alfombrados el salón de instrucción dedicado a enseñar la palabra que terminará acercando a dios. Las salas para celebrar matrimonios y vestuarios para hombres y mujeres donde sus miembros se visten de blanco, color que simboliza la pureza e igualdad, completan los interiores del templo.
El baptisterio es uno de los lugares sacrosantos y, conforme reza la tradición, esta gran pila de agua descansa sobre el lomo de 12 bueyes, que según el Viejo Testamento representan las 12 tribus de Israel. El salón celestial es el espacio más sagrado, dedicado a la oración y al encuentro con Dios.
El templo cerró sus puertas para sus miembros en el 2018, porque precisaba una renovación. La apertura tenía fecha en el calendario para el 2020, pero la pandemia retrasó esos planes. “Está igualito que antes, aparentemente nada ha cambiado, porque todas las reformas del cableado eléctrico, iluminación y plomería se hicieron al interior de las paredes”, dijo Juan Carlos Díaz, miembro de este culto.
Los jardines, en los que Díaz trabaja, también se han ampliado y rediseñado. Ahora que es primavera hay un arco iris de colores y una paleta de texturas de tulipanes, azaleas y pensamientos.
Para los visitantes hay una buena noticia: los jardines y las amplias áreas verdes están abiertas todo el año para el público sin distinción de credo.
“Soy miembro de la iglesia desde hace 18 años, crecí siendo católico, pero un diciembre entré a ver las luces de Navidad -que por cierto son un espectáculo anual-. Allí empezó todo, los mayores me enseñaron la doctrina, sin conocerme me abrieron los brazos y me bauticé”, contó Díaz, quien está contento de sentirse bendecido y de ser uno de los responsables de “mantener las flores tan bonitas”.
El templo mormón del área de DC es uno de los más grandes en el mundo, solo después del de Utah y Los Ángeles. Hasta allí llegan unos 150 mil fieles que habitan en Maryland, Washington y Virginia.
Mientras duró el proceso de renovación, los fieles de este culto continuaron llegando hasta las capillas que se distribuyen en los alrededores del templo, pero para las ceremonias especiales de bautismo de los niños de ocho años o celebración de matrimonios viajaban hasta Filadelfia o Nueva York.
César López es uno de los pastores de esta congregación. Desde hace seis años es obispo para la comunidad latina de Columbia Heights y Mount Pleasant. “El nuestro es un trabajo de voluntariado, no tenemos clérigos a sueldo, tengo a cargo unos 300 fieles que vienen de 18 países a las clases del evangelio”, señala.
El templo es especial, porque según López está creado “para hacer convenios con dios, sellar matrimonios para la eternidad y hacer ordenanzas y bautizos” de sus antepasados. De allí la importancia de su apertura para los seguidores de este credo. Este pastor también tiene licencia para casar a las parejas por lo civil.
En el mundo hay más de 170 templos mormones que cultivan la fe de casi 17 millones de personas y casi todos mantienen la misma estructura y diseño: imponentes arquitecturas exteriores y elegantes e impecables interiores.
Fuente: El Tiempo Latino